Virgen Santa, Dios te eligió

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Virgen Santa, Dios te eligió

La obra «Virgen Santa, Dios te eligió» es la producción audiovisual con la que Canto Católico da inicio a un gran proyecto de catequesis sobre el Santo Rosario. Para ello, se ha inspirado en el libro de san Luis María Grignon de Montfort[1] titulado «El Secreto Admirable del Santísimo Rosario»[2]. La intención del santo era ayudar a introducir en nuestro corazón y en nuestra boca la verdad del Evangelio contemplada en esta práctica de piedad mariana. Por eso, hemos procurado que cada uno de los elementos audiovisuales de la producción se disponga de tal modo que sirva a nuestra comprensión del misterio y aumento del amor a Cristo por intercesión de la Santísima Virgen María.

El canto original

Los cristianos rezan el Santo Rosario con diversas intenciones, pero unidos en la contemplación de los misterios de un solo y mismo Señor. En las comunidades donde se cultiva el amor a María, esta oración se alza hacia el cielo desde lo más profundo del corazón de los fieles. Este es el carácter de unidad eclesiástica del Santo Rosario que hemos querido reflejar en la elección del canto.

«Virgen Santa, Dios te eligió» es un canto popularmente aclamado en otras lenguas, desde su versión original en francés (Vierge sainte, Dieu t’a choisie) hasta su versión en italiano (Vergin Santa, Dio t’ha scelta). El estribillo, cuya letra proclama el saludo del Arcángel Gabriel a María, posee una melodía muy bella y a la vez sencilla de cantar que facilita la participación activa de los fieles.

La versión de Canto Católico

Canto Católico decidió realizar una versión propia de la obra compuesta por Paul Décha, tomando y traduciendo el texto francés escrito por Jean Paul Lécot (compositor del célebre himno del Jubileo Gloria a te, Cristo Gesù) al español. Se trató de cuidar cada palabra para que fuese fiel a la original y, al mismo tiempo, observase la rima en los últimos versos de cada estrofa. Su versión en francés es popularmente cantada en el Santuario de la Virgen de Lourdes y por este motivo posee muchas estrofas. Sin embargo, para esta nueva producción audiovisual decidimos quedarnos solamente con cuatro de ellas. Con la presente propuesta musical, la Fundación busca que el mundo hispanohablante también pueda tener una bella versión de este precioso himno mariano.

Análisis en profundidad: su significado

Tras barajar varias opciones de estilo, se optó por grabar un canto a cappella, es decir, una obra vocal sin acompañamiento instrumental. La presente pieza musical inicia con una solista que pronuncia el saludo del ángel Gabriel: “Ave, ave, ave María” (cf. Lc 1, 26-28). Con ello, se quiso retratar simbólicamente la aparición del arcángel que irrumpe en medio del silencio de aquella noche de la anunciación. Luego de esto, el coro entra extendiendo el saludo de «Ave» con un contrapunto, es decir, superponiendo sus voces.

El texto de la primera estrofa presenta la predestinación de María[3]. La música, a través del canto de la solista, deja que la letra quede en primer relieve sobre un colchón armónico realizado por el coro. El último verso, cantado todavía por la solista, resuena como una invitación a que el Pueblo de Dios se una en la aclamación del estribillo.

Este primer estribillo es cantado tanto por el coro como por la solista. Es posible observar que la voz más grave del coro se mantiene cantando la misma nota. En el lenguaje musical, a esto se lo conoce con el nombre de «pedal”.

La segunda estrofa manifiesta la participación de la Santísima Virgen María como colaboradora en la obra de la Redención[4]. A nivel musical es posible observar una similitud con lo planteado en la primera estrofa. Sin embargo, hacia el final de esta, el coro canta «llena de gracia», acogiendo la idea de la invitación realizada por la solista anteriormente. A diferencia de la primera estrofa, en la segunda se canta «te alabamos» tal como rezamos en una de las letanías lauretanas: “Virgen digna de toda alabanza, ruega por nosotros”.

El siguiente estribillo es cantado por la solista junto con el coro, con una típica armonización clásico-romántica. Poco a poco, se van sumando más personas al canto del «Ave María», a imitación de lo que muchas veces ocurre cuando rezamos el Santo Rosario.

Luego de un breve interludio a bocca chiusa, el coro canta de tal manera que es posible apreciar un cambio de armonía en cada una de las sílabas del texto. La música adquiere un movimiento que nos lleva hacia una dirección bien determinada. En esta tercera estrofa, el texto hace alusión a la oración más antigua que conocemos en honor a nuestra Madre: Sub tuum praesidium (En español: “Bajo tu amparo”). La Virgen es aquel firme refugio en el cual nos acogemos.

El coro canta con una nueva propuesta armónica, diferente a las estrofas anteriores, donde esta misma idea se traduce en un desarrollo musical del siguiente estribillo. Una vez que el coro lo termina de cantar, se introduce nuevamente el «Ave» y es posible sentir que nos trasladamos hacia otra tonalidad. Esto, en términos musicales, se conoce como modulación. El procedimiento es reforzado por el canto de la solista, que canta: “¡Virgen Santa, Dios te eligió! ¡Llena de gracia, te aclamamos!”.

María está presente tanto en la alegría como en la tristeza. Ella siempre está cerca de nosotros. La música se tiñe de un color más oscuro para poder dar a entender el misterio que envuelve nuestro dolor. En esta cuarta estrofa, las voces del coro se fragmentan y podemos sentir que el texto se va trasladando entre cada una de las voces a modo de contrapunto. A medida que transcurre esta sección, la melodía se vuelve más clara y se ilumina por completo en la cadencia final, al pronunciar la palabra «alma».

Por último, llegamos al ocaso de nuestra obra. Cantando el «Ave María» en una nueva tonalidad (Re mayor), las voces claman con más fuerza: es la Iglesia entera la que canta a la Madre de Dios. Nuestras voces son un don del Señor ofrecido a la más santa de las vírgenes, a aquella que es bendita entre todas las mujeres. Este estribillo es cantado por el coro y la solista. Esta última traza un camino melódico a imitación de lo que ocurre en el Santo Rosario, escalera hacia el cielo.

Que esta dulce cadena que nos une a Dios llegue a aquellos que aún no lo conocen. Que se pueda difundir por todo el mundo el amor a la Madre de Cristo, camino que nos conduce a Nuestro Señor.

[1] San Luis María Grignon de Montfort, nacido el 31 de enero de 1673 en Montfort-sur-Meu (Francia) y fallecido el 28 de abril de 1716 en Saint-Laurent-sur-Sèvre, fue un sacerdote misionero y teólogo, fundador de los padres Montfortianos y de las Hermanas de la Sabiduría. Fue canonizado en 1947 por el papa Pío XII.

[2] Escrito por san Luis María en los últimos años de su vida, probablemente después de 1710. El título completo de este opúsculo es “El Secreto admirable del Santísimo Rosario, para ser convertido y ser salvo”.

[3] Cf. CEC, 488.

[4] Cf. San Juan Pablo II, Audiencia general del día miércoles 09 de abril de 1997, n. 1.

Virgen Santa, Dios te eligió

Música: Paul Décha

Texto: Jean-Paul Lécot

Adaptación al español: Fundación Canto Católico

 

Ave, ave, ave

 

Virgen Santa, Dios te eligió

desde la eternidad

para entregarnos a su Hijo amado

llena de gracia te aclamamos.

 

Ave, ave, ave María

 

Por tu fe y por tu amor

sierva humilde del Señor

de su Obra Santa has participado

llena de gracia, te alabamos

 

Ave, ave, ave María

 

Oh, María, firme refugio

Para la humanidad

Tú nos comprendes y nos das tu mano

Llena de gracia, te aclamamos.

 

Ave, ave, ave María

 

Tú estás cerca de nuestra vida,

en la miseria y la esperanza

para que el gozo inunde el alma

 

Ave, ave, ave María

Partituras, letra, acordes y audios de cada voz de «Virgen Santa, Dios te eligió»: Haz click aquí

Juan Guillermo Negrete

Juan Guillermo Negrete

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